sábado, 20 de marzo de 2010

¿Y dónde queda Dublín?


Por Graciela P.M.

El lugar y la hora habían quedado acordados, Dublín a las 10 p.m. Llegue a las 8 a casa de mi amiga, mientras se arreglaba veíamos el futbol, jugaba el Pumas contra no recuerdo quien, la verdad no me interesaba. Me puse entonces a hablar con mi novio, dieron las 10 y llegaron por nosotras. Bajamos y vimos a nuestro amigo y sus 2 hermanos, subimos a la camioneta y después de un ligero desvío del camino llegamos a Dublín. El lugar estaba lleno y nos fue asignada una mesa en la parte superior del lugar, pedimos una jarra de cerveza obscura, empezamos a hablar entre nosotros, la cerveza se estaba acabando. Pedí entonces unas papas a la francesa, ya que desde las 2 y media que no comía nada, fueron un alivio para mi estómago. Las cervezas de los demás se iban acabando, el box ya había comenzado, Pacquiao vs. No recuerdo el nombre, los demás ponían atención mientras yo me preocupaba por que la salsa catsup se había terminado. Llamé al mesero, le pedí gentilmente un poco más de catsup, y cómo era de esperarse, se le había olvidado traerla, le llamé por segunda vez y después de un tiempo y pocas papas la salsa catsup llegó. Terminó el box, pagamos la cuenta y dejamos el lugar. Nos dirigimos a casa del primo de nuestro amigo, el ambiente al principio era de aburrimiento y somnolencia, pero después pusieron el aclamado karaoke donde las habilidades artísticas son puestas a prueba. Entonces un valiente decidió tomar el micrófono, comenzó a cantar, al menos me hizo reír. Decidí entonces tomar un micrófono para interpretar una canción de Caifanes, totalmente sin ritmo, riendo a cada 5 palabras. Dieron las 2 y media a.m. cuando llegaron por nosotras, nos despedimos de los demás y ahí acabo la “fiesta”. Pero no todo fue alegría esa noche, mi amiga terminó lastimada gracias a unas cuantas palabras que le fueron dirigidas, dos simples palaras: "Somos amigos"..

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